miércoles, 20 de abril de 2016

LEYENDAS GRIEGAS: MIDAS Y SILENO



Midas, rey de Frigia, en Asia Menor, capturó a Sileno en una fuente cerca de Macedonia. Lo consiguió mezclando vino en las aguas de la fuente, y emborrachando así a Sileno; al ser llevado ante la presencia de Midas, habló sobre la vanidad de las riquezas mundanas, y dijo al rey que el mejor destino para el hombre es el de no nacer en absoluto, y el segundo en importancia es morir lo más rápidamente después de haber nacido. No conforme con aquellas palabras, Midas dejó marchar a Sileno. Poco después, Sileno regresó a la fuente donde había sido capturado y bebió del agua hasta emborracharse; los sirvientes de Midas lo encontraron vagando en el pueblo, lo llevaron ante el rey, y éste, después de alojarlo hasta que le pase su embriaguez, lo devolvió a Dionisio. Como recompensa a su hospitalidad, Dionisio concedió a Midas la satisfacción de un deseo, y el pidió la facultad de transformar en oro todo cuanto tocase. Pero pronto lamentó su elección porque hasta su comida y su bebida se convertían también en oro. Para liberarse del encantamiento, Midas recibió el consejo de Dionisio de lavarse en las aguas del río Pactolo; así quedó liberado de su aciago poder, pero las arenas del río se convirtieron en oro.

LEYENDAS GRIEGAS: ERISICTÓN Y MESTRA

Erisictón, hijo de Triopas o Mirmidón, de Tesalia, necesitaba madera para construir una nueva sala o palacio. Por tal motivo, se le ocurrió talar los árboles de un bosquecillo consagrado a Deméter, a pesar de que la propia diosa, asumiendo la figura de su sacerdotisa, le había advertido contra tal acto de impiedad (todo árbol tenía su hamadríade, es decir, su ninfa protectora, que moría si le cortaban el árbol en que vivía). Al ver que no quería hacerle caso, la diosa ordenó que prosiguiera con su obra, porque tendría necesidad de una sala para banquetes. A partir de aquel momento, Erisictón viose atacado por un hambre insaciable, y fue adelgazando a pesar de que comía constantemente. Así fue como quedó reducido a la condición de mendigo, y se vio en la necesidad de vivir de las ganancias que le reportaba su hija Mestra, la cual tenía la facultad de cambiar de forma. Mestra era vendida bajo la forma de caballo, vaca, cerdo, y otros animales degranja; luego recobraba su apariencia humana, lograba escapar y volvía junto a su padre, y éste volvía a venderla en la forma de otro animal. Finalmente, Mestra fue vendida y devorada como un animal de granja. Desde entonces, fue tal el hambre de Erisictón, que terminó devorándose a sí mismo.

LEYENDAS GRIEGAS: ARISTEO

Aristeo fue el fruto de los amores de Apolo y de la ninfa Cirene, hija de Hipseo (el hijo del río Peneo) y de una náyade, Creúsa, hija de Gea. Cirene era una cazadora y cuando Apolo la vio por vez primera, ella estaba luchando cuerpo a cuerpo, con una mano y sin armas, con un león. Su admiración por el valor de la joven convirtióse en amor apasionado, y arrebatándola se la llevó en su carro dorado desde el monte Pelión hasta el distrito de África que lleva su nombre. Allí llegó a ser la madre de Aristeo, dios rural, inventor de varios trabajos y pasatiempos campesinos, tales como la apicultura, el cultivo del olivo y la caza de presas pequeñas. Fue instruido por su padre en las artes de la curación y la profecía; las Musas lo educaron y con ellas recorrió muchas regiones compartiendo su conocimiento y curando los enfermos. Dedicado a sus labores fue cuando concibió una violenta pasión por Eurídice, mujer de Orfeo, y la persiguió para seducirla, y ella, al tratar de huir, piso una serpiente venenosa, cuya mordedura la mató. La hermana de Eurídice, Drias, junto con otras ninfas, se vengaron de Aristeo causando la muerte a todas sus abejas; éste entonces recurrió a su madre, en demanda de consejo. Cirene a su vez lo remitió a Proteo, el cual, cuando Aristeo se las hubo arreglado para apresarle, le explicó cómo solucionar sus trastornos. Así, las ninfas fueron apaciguadas con el sacrificio de un buey, de cuyas osamentas surgieron nuevos enjambres de abejas.

LEYENDAS GRIEGAS: ORFEO

Calíope, la musa de la poesía heroica, tuvo dos amores, uno era Eagro, rey de Tracia, y el otro fue Apolo. Ambos se acostaron con ella, y el fruto de su unión fue Orfeo; Eagro le dio la vida, y Apolo sus maravillosos dones. Desde muy pequeño, Orfeo fue un devoto seguidor de Dionisio, como correspondía a un buen tracio, adepto a la magia y a toda suerte de sabiduría; cuando alcanzó la edad adulta, recibió la lira de Apolo y llegó a ser un músico tan excelente que no tuvo rival entre los mortales. De todos era conocido su "dulce canto", que acompañado por la lira encantaba no sólo a los hombres, sino también a los árboles y las rocas que le seguían para escucharle, amansaba las fieras y hasta los ríos cesaban de correr, en respuesta a sus melodías.

Después de terminar su aventura en la expedición de los Argonautas, Orfeo se enamoró de la hermosa dríade Eurídice, pero su vida conyugal sería muy breve. En las bodas de Orfeo y Eurídice hubo pronósticos infaustos acerca de su futuro juntos; Himeneo fue invitado para derramar sus bendiciones sobre los novios, y acudió con sus antorchas características; pero entonces el humo de las antorchas se extendió entre los asistentes y provocó lágrimas en sus ojos. En efecto, unos días después cuando Eurídice paseaba por el campo en compañía de otras ninfas, Aristeo, hijo de Apolo, quiso obligarla que le prestara atención a sus galanteos amorosos, y ella, al huir de él, fue mordida por una víbora en el talón, a causa de cuya mordedura falleció.

Abrumado por el dolor, Orfeo decidió rescatarla, y para ello descendió al reino de Hades, escapando de todos los peligros gracias a su música, llegando incólume hasta la presencia de los reyes del mundo subterráneo. Decidido, se paró frente a ellos y con su música conmovió hasta tal extremo a todas las sombras y al propio Hades y a Perséfone, que le fue concedido lo que pedía; Eurídice podía regresar con él al mundo de los vivos tomada de la mano de Orfeo, con la condición de que él no volviera la cabeza hacia atrás para mirarla hasta que hubieran llegado al mundo superior. Los esposos partieron en silencio, pero Orfeo, al no oír los pasos de Eurídice tras de sí, no pudo dominar su ansiedad, y cuando alcanzó la luz del día quebrantó la condición mirando hacia atrás, por lo que Eurídice se desvaneció para siempre en la región de los muertos. Pese a los ruegos y llantos de Orfeo, esta vez los dioses infernales se mostraron inflexibles, y sus peticiones fueron denegadas.

Desesperado por la pérdida de Eurídice, Orfeo quedó inconsolable, y decidió alejarse de todas las mujeres, rodeándose sólo de muchachos (inventando así el amor homosexual). Finalmente, terminó renunciando a toda compañía humana, y anduvo errante y solitario en los montes de Tracia, tocando su música para las rocas, los árboles y los ríos. Afrodita, enojada, le lanzó una maldición, la cual se cumplió cuando un violento grupo de jóvenes tracias que trataron de conquistar su amor, cautivadas por la música de Orfeo, muy encolerizadas debido a que las despreciaba, se arrojaron sobre él durante una orgía dionisíaca y lo despedazaron. Arrojaron su cabeza cortada y su lira al río Hebro, y aún ésta continuó llamando a Eurídice hasta que llegó finalmente a la costa de Lesbos, donde las Musas la sepultaron; y sobre la tumba nunca dejó de cantar un ruiseñor. Aquellas mujeres fueron marcadas con tatuajes como castigo y señal de infamia por sus maridos, y de ahí procede la costumbre de que todas las mujeres tracias estuvieran tatuadas. Zeus tomó la lira de Orfeo y la elevó al firmamento, haciendo de ella la constelación Lira.

LEYENDAS GRIEGAS: CIBELES Y ATIS

Cibeles era el nombre latino de una diosa nativa de Frigia, en Asia Menor. Era una diosa de la naturaleza y de la fertilidad venerada en Roma como la Gran Madre, un poder muy antiguo y extensamente adorado, tierno y amoroso, cuya fecundidad es inagotable, comparable, en mayor medida, con la fertilidad de una mujer.
Cibeles surgió originariamente del suelo, y era bisexual; fue amamantada por panteras y otros animales salvajes, hasta que finalmente fue hallada por el pastor Meon y su esposa Dindime, quienes la criaron como si se tratase de su propia hija. Viendo la condición hermafrodita de Cibeles, Meon y Dindime invocaron a los dioses, y éstos, con método quirúrgico, la redujeron a la condición de hembra. De la parte cortada nació un almendro de extraordinaria belleza; Nana, hija del río Sangario, tomó una flor y se la puso en medio de los pechos; la flor desapareció, y Nana se encontró con que había quedado encinta. Así nació Atis, pero al ser fue abandonado por su madre, un macho cabrío se las arregló para cuidar de él. Cibeles amó a Atis, y era en extremo celosa; mientras Atis estaba preparándose para casarse con una ninfa del Sangario, de la cual se había enamorado, Cibeles lo enloqueció, y entonces él se castró y murió desangrado. La diosa se arrepintió de su crueldad, y Zeus, accediendo a su ruego, hizo que el cuerpo de Atis jamás decayese, y que el dedo meñique continuara moviéndose y sus cabellos creciendo. En homenaje a Atis, Cibeles estableció un grupo de sacerdotes eunucos, los coribantes ("giradores"), que descendían de Coribante, hijo, sin padre, de Perséfone; los coribantes conducían a los adoradores de la diosa en ritos orgiásticos acompañados por gritos salvajes y una frenética música de flautas, tambores y címbalos.

MITOLOGÍA GRIEGA

La mitología griega está formada por un conjunto de leyendas que provienen de la religión de esta antigua civilización del Mediterráneo oriental. Los griegos, aunque no practicasen la religión, conocían estas historias, las cuales formaban parte de su acervo cultural.

Los dioses del panteón griego adoptaban figuras humanas y personificaban las fuerzas del Universo; al igual que los hombres, los dioses helenos eran impredecibles, por eso unas veces tenían un estricto sentido de la justicia y otras eran crueles y vengativos; su favor se alcanzaba por medio de los sacrificios y de piedad, pero estos procedimientos no eran siempre efectivos puesto que los dioses eran muy volubles.

La mitología griega es absolutamente compleja, llena de dioses, monstruos, guerras y dioses entrometidos. Algunos estudiosos afirman que llegó a haber hasta 30.000 divinidades en total.

La familiaridad con los grandes mitos de la antigüedad clásica es tan esencial a la cultura de una persona moderna como pueda serlo el conocimiento de la historia o el de las ciencias físicas. ¿Puede creerse medianamente culta una persona que no conozca la leyenda de Prometeo, que no haya oído hablar de la culpa y expiación de Edipo, de la inmensa pasión de Fedra, de las heroicas hazañas de Hércules o de las interesantes aventuras de Ulises?.


Esta mitología comparte una estrecha similitud con la mitología romana, en cuanto a los nombres de varios dioses y personajes de importancia. También se relacionan en cuanto a la parte mitológica de la religión; creencias, tradiciones y todo lo ligado o referente a Mitología.

ORÍGENES


La mitología griega, en su periodo más importante, se desarrolló en el siglo VIII a. C. Tiene varios rasgos distintivos, como por ejemplo, los dioses se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan, al igual que ellos, sentimientos. Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra. Fueron tres las colecciones clásicas de mitos: La Teogonía de Hesíodo y la Iliada y la Odisea de Homero. Este material se basa en la Teogonía de Hesíodo. La teogonía es una especie de sistematización de las confusas tradiciones anteriores, en ella el mito es el tema dominante. Pero, ¿qué es el mito? Mucho se ha escrito tratando de dar una exacta definición; lo único cierto es que el mito es una forma especial de pensamiento que permite al hombre interactuar con su espacio natural y de esta manera también reconocerse como parte de una comunidad específica. Es un grave error considerar que el mito es un modo de pensamiento reservado a las sociedades “primitivas”. El mito es y ha sido siempre la defensa espontánea del espíritu humano ante un mundo ininteligible y hostil. 
La anterior reflexión nos llevaría a afirmar que en el mito se encuentra el origen de las religiones, sin embargo debe considerarse que los “espíritus” de los bosques, de la luz, de las aguas, no son divinidades, sino solamente presencias capaces de actuar en dominios sobre los que el hombre no tiene ningún poder. El mito griego está en estrecha relación con la religión, pero no llega a confundirse con ella. A pesar de toda la confusión que preside la conformación de la mitología griega, esa inmersa materia llegó a clasificarse y a ordenarse.

Según Hesíodo, al comienzo no hay nada más que espacio, nada orgánico, nada que pueda ser descrito. Luego, después de ese vacío, se dibuja la primera de las realidades, que limita y comienza a darle un sentido: la Tierra, Gea (Tellus) la base segura de todo lo que en el mundo ya se encontraba dividido, pues bajo la Tierra seguía existiendo un espacio vacío donde todo era Caos (Chaos). Ese Caos engendra el Erebo, el vasto espacio subyacente, en que más tarde tendrán su lugar los infiernos. En el vacío ubicado por encima de la Tierra, instala esta a su primogénito, Urano (el Cielo), que emana de ella. Al mismo tiempo que se da esta división orgánica del universo, tiene lugar el nacimiento de Eros (Cupido), el Amor, que es aquí el principio abstracto del Deseo, y no todavía el pequeño dios maligno, perverso y alado. En los orígenes mismos de la creación del universo, era imprescindible crear el Amor, este es el motor universal; es quien provoca las uniones del principio cósmico, los engendramientos que ni la imaginación concibe. Erebo, hijo de Caos, tuvo un hermano llamado Noche. Sin embargo Gea, después de haber engendrado a Urano, dio a luz a las Montañas y las Ninfas (Driada o Nereida), que en ese momento son genios de las Montañas. A Gea también corresponde la maternidad de Pontos (el Mar, principio masculino, la Ola poderosa). La diosa Noche engendra dos hijos: Éter y Día. El primero es la clara y pura luz que se adivina en las más altas regiones de la atmósfera; la luz de los dioses. Por su parte el Día, ilumina a los mortales, y alterna con su madre la Noche.