PRIMERA GENERACIÓN
En
unión con su hermano la Titánida Rea, Cronos tuvo tres hijas: Hestia, Deméter y
Hera, y tres hijos: Hades, Poseidón y, finalmente, Zeus, el último. Una
maldición pesada sobre Cronos, luego de destronar a su padre, había rehusado
dar satisfacción a Gea. Por no haber liberado a sus hermanos, condenados a no
ver la luz. Gea le prometió que también él sufriría la suerte que había
infligido a su padre, y que sería destronado por sus hijos. Para prevenirse
contra esa amenaza. Cronos devoraba a los hijos que le daba Rea. Los primeros
cinco, se los comió. Pero cuando estuvo a punto de nacer el pequeño Zeus, Rea
decidió salvar a ese niño.
Con la complicidad de Gea, encontró un asilo en una
caverna de Creta, donde dio a luz. Luego tomó una piedra y la envolvió en
pañales, llevándosela a Cronos y diciéndole que era su hijo. Sin enterarse de
la verdad, Cronos, tomó la piedra y se la comió. Zeus se había salvado al mismo
tiempo que Cronos estaba condenado. Zeus creció en el antro de Creta, confiado
a la custodia de una nodriza, la ninfa Almatea, y de jóvenes guerreros armados
de lanza y escudo, los Curetas. Los Curetas (los jóvenes) danzaban sin descando
una danza guerrera en torno a la gruta donde reposaba el niño: hacían el mayor
ruido posible, entrechocando las armas y lanzando gritos de guerra. Todo ello con
el fin de cubrir el llanto de Zeus, impidiendo que Cronos lo descubriera y se
apresurase a devorarlo.
Protegido, Zeus creció y adquirió toda su fuerza
divina. Llegó el momento en que había de cumplirse la promesa de Gea. Zeus
tenía entonces por compañera a una hija de Océano, Metis (Perfidia), que le dio
una droga gracias a la cual Zeus pudo hacer vomitar a su padre los hijos que
había devorado anteriormente. Todos volvieron a ver la luz. Con estos aliados,
Zeus atacó a Cronos y a los Titanes, que fueron en auxilio de éste. La lucha
duró diez años. Finalmente un oráculo de Gea prometió a Zeus la victoria si
tomaba a los seres monstruosos precipitados antaño en el Tártaro por Cronos.
Obedeciendo, y realizando así el voto de Gea, a la que Cronos había engañado,
Zeus liberó a los monstruos, que se convirtieron en sus guardianes. Aquellos
monstruos dieron a los jóvenes dioses poderosas armas que figurarían entre sus
atributos futuros. Así es como los tres Cíclopes, forjaron para Zeus el trueno
y el rayo, lo mismo que el relámpago: y Zeus será, eternamente, el dios del
cielo tempestuoso. También dieron a Hades un casco que volvía invisible a quien
lo llevara, por ello fue el dios del reino invisible, y reinaba sobre las almas
de los difuntos. Poseidón recibió un tridente mágico, cuyo golpe es capaz de
trastornar la tierra y el mar.
Los Olímpicos se distribuyeron en el universo.
Zeus obtuvo preeminencia, y reinó sobre el cielo, Hades se contentó con la
parte del mundo situada debajo de la tierra, es decir, el mundo infernal.
Poseidón fue el señor del mar.
SEGUNDA GENERACIÓN
Zeus
tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a Metis como primera compañera, Gea
y Urano, depositarios de los secretos divinos, revelaron a Zeus un oráculo del
Destino: De los hijos que nacieran de Metis y de él, el primero sería muy sabio
y valiente, pero el segundo sería un hijo de ánimo violento llamado para
destronar a su padre.
Previniendo el peligro, Zeus se comió a Metis cuando ésta
esperaba a su primer hijo. Zeus convocó al dios forjador, Hefestos, y le ordenó
que le hendiera la cabeza de un hachazo. Y así es como, de la cabeza de Zeus,
surgió una muchacha enteramente armada: era la diosa Atenea, toda sabiduría y
valentía. Temis, la Titánida, fue la segunda esposa de Zeus, era ella la encarnación
de la ley o la Equidad.
De esa unión nacieron las divinidades que llaman las
Horas, y que son las estaciones, Eran tres, Hesíodo, las llama: Eunomía, Diké e
Irene, es decir, Disciplina, Justicia y Paz, pero los atenienses las conocían
bajo los nombres de Thalo, Auxo y Carpo, que evocan los tres principales
momentos de la vegetación: el nacimiento de la planta, su crecimiento y su
fructificación. Zeus tuvo otras tres hijas con Temis, Moiras (las Parcas):
Cloto, Laquesis y Átropos, que rigen el destino de todo ser humano. Aquel
destino estaba simbolizado por un hilo, que la primera de las Parcas sacaba de
su rueca, que la segunda enrollaba y que la tercera cortaba cuando llegaba al
término de la vida que representaba.
La tercera esposa de Zeus fue la Oceánida
Eurinome, que le dio también tres hijas, Kharites (las gracias), Aglae,
Eufrosine y Talía. Como las Horas, las Gracias son genios de la vegetación: Son
ellas quienes transmiten la alegría en la Naturaleza y en el corazón de los
hombres. Viven en el Olimpo en compañía de las Musas, presiden toda labor
femenina. Deméter que era su hermana, dio a Zeus una hija, Perséfone. Luego se
unió a la Titánida Mnemosine, y tuvo de ella nueve hijas, las Musas, “que se
complacen en las fiestas y en la alegría del canto”.
Las Musas también
patrocinan todas las actividades intelectuales, hasta las más altas, todo lo
que libera al hombre de la materia y le da acceso a las verdades eternas.
Elocuencia, persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las leyes del
mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y la danza son su dominio. Las
Musas eran: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe, Terpsícore, Erato, Melpómene,
Talía y Urania.
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