miércoles, 20 de abril de 2016

LEYENDAS GRIEGAS: MIDAS Y SILENO



Midas, rey de Frigia, en Asia Menor, capturó a Sileno en una fuente cerca de Macedonia. Lo consiguió mezclando vino en las aguas de la fuente, y emborrachando así a Sileno; al ser llevado ante la presencia de Midas, habló sobre la vanidad de las riquezas mundanas, y dijo al rey que el mejor destino para el hombre es el de no nacer en absoluto, y el segundo en importancia es morir lo más rápidamente después de haber nacido. No conforme con aquellas palabras, Midas dejó marchar a Sileno. Poco después, Sileno regresó a la fuente donde había sido capturado y bebió del agua hasta emborracharse; los sirvientes de Midas lo encontraron vagando en el pueblo, lo llevaron ante el rey, y éste, después de alojarlo hasta que le pase su embriaguez, lo devolvió a Dionisio. Como recompensa a su hospitalidad, Dionisio concedió a Midas la satisfacción de un deseo, y el pidió la facultad de transformar en oro todo cuanto tocase. Pero pronto lamentó su elección porque hasta su comida y su bebida se convertían también en oro. Para liberarse del encantamiento, Midas recibió el consejo de Dionisio de lavarse en las aguas del río Pactolo; así quedó liberado de su aciago poder, pero las arenas del río se convirtieron en oro.

LEYENDAS GRIEGAS: ERISICTÓN Y MESTRA

Erisictón, hijo de Triopas o Mirmidón, de Tesalia, necesitaba madera para construir una nueva sala o palacio. Por tal motivo, se le ocurrió talar los árboles de un bosquecillo consagrado a Deméter, a pesar de que la propia diosa, asumiendo la figura de su sacerdotisa, le había advertido contra tal acto de impiedad (todo árbol tenía su hamadríade, es decir, su ninfa protectora, que moría si le cortaban el árbol en que vivía). Al ver que no quería hacerle caso, la diosa ordenó que prosiguiera con su obra, porque tendría necesidad de una sala para banquetes. A partir de aquel momento, Erisictón viose atacado por un hambre insaciable, y fue adelgazando a pesar de que comía constantemente. Así fue como quedó reducido a la condición de mendigo, y se vio en la necesidad de vivir de las ganancias que le reportaba su hija Mestra, la cual tenía la facultad de cambiar de forma. Mestra era vendida bajo la forma de caballo, vaca, cerdo, y otros animales degranja; luego recobraba su apariencia humana, lograba escapar y volvía junto a su padre, y éste volvía a venderla en la forma de otro animal. Finalmente, Mestra fue vendida y devorada como un animal de granja. Desde entonces, fue tal el hambre de Erisictón, que terminó devorándose a sí mismo.

LEYENDAS GRIEGAS: ARISTEO

Aristeo fue el fruto de los amores de Apolo y de la ninfa Cirene, hija de Hipseo (el hijo del río Peneo) y de una náyade, Creúsa, hija de Gea. Cirene era una cazadora y cuando Apolo la vio por vez primera, ella estaba luchando cuerpo a cuerpo, con una mano y sin armas, con un león. Su admiración por el valor de la joven convirtióse en amor apasionado, y arrebatándola se la llevó en su carro dorado desde el monte Pelión hasta el distrito de África que lleva su nombre. Allí llegó a ser la madre de Aristeo, dios rural, inventor de varios trabajos y pasatiempos campesinos, tales como la apicultura, el cultivo del olivo y la caza de presas pequeñas. Fue instruido por su padre en las artes de la curación y la profecía; las Musas lo educaron y con ellas recorrió muchas regiones compartiendo su conocimiento y curando los enfermos. Dedicado a sus labores fue cuando concibió una violenta pasión por Eurídice, mujer de Orfeo, y la persiguió para seducirla, y ella, al tratar de huir, piso una serpiente venenosa, cuya mordedura la mató. La hermana de Eurídice, Drias, junto con otras ninfas, se vengaron de Aristeo causando la muerte a todas sus abejas; éste entonces recurrió a su madre, en demanda de consejo. Cirene a su vez lo remitió a Proteo, el cual, cuando Aristeo se las hubo arreglado para apresarle, le explicó cómo solucionar sus trastornos. Así, las ninfas fueron apaciguadas con el sacrificio de un buey, de cuyas osamentas surgieron nuevos enjambres de abejas.

LEYENDAS GRIEGAS: ORFEO

Calíope, la musa de la poesía heroica, tuvo dos amores, uno era Eagro, rey de Tracia, y el otro fue Apolo. Ambos se acostaron con ella, y el fruto de su unión fue Orfeo; Eagro le dio la vida, y Apolo sus maravillosos dones. Desde muy pequeño, Orfeo fue un devoto seguidor de Dionisio, como correspondía a un buen tracio, adepto a la magia y a toda suerte de sabiduría; cuando alcanzó la edad adulta, recibió la lira de Apolo y llegó a ser un músico tan excelente que no tuvo rival entre los mortales. De todos era conocido su "dulce canto", que acompañado por la lira encantaba no sólo a los hombres, sino también a los árboles y las rocas que le seguían para escucharle, amansaba las fieras y hasta los ríos cesaban de correr, en respuesta a sus melodías.

Después de terminar su aventura en la expedición de los Argonautas, Orfeo se enamoró de la hermosa dríade Eurídice, pero su vida conyugal sería muy breve. En las bodas de Orfeo y Eurídice hubo pronósticos infaustos acerca de su futuro juntos; Himeneo fue invitado para derramar sus bendiciones sobre los novios, y acudió con sus antorchas características; pero entonces el humo de las antorchas se extendió entre los asistentes y provocó lágrimas en sus ojos. En efecto, unos días después cuando Eurídice paseaba por el campo en compañía de otras ninfas, Aristeo, hijo de Apolo, quiso obligarla que le prestara atención a sus galanteos amorosos, y ella, al huir de él, fue mordida por una víbora en el talón, a causa de cuya mordedura falleció.

Abrumado por el dolor, Orfeo decidió rescatarla, y para ello descendió al reino de Hades, escapando de todos los peligros gracias a su música, llegando incólume hasta la presencia de los reyes del mundo subterráneo. Decidido, se paró frente a ellos y con su música conmovió hasta tal extremo a todas las sombras y al propio Hades y a Perséfone, que le fue concedido lo que pedía; Eurídice podía regresar con él al mundo de los vivos tomada de la mano de Orfeo, con la condición de que él no volviera la cabeza hacia atrás para mirarla hasta que hubieran llegado al mundo superior. Los esposos partieron en silencio, pero Orfeo, al no oír los pasos de Eurídice tras de sí, no pudo dominar su ansiedad, y cuando alcanzó la luz del día quebrantó la condición mirando hacia atrás, por lo que Eurídice se desvaneció para siempre en la región de los muertos. Pese a los ruegos y llantos de Orfeo, esta vez los dioses infernales se mostraron inflexibles, y sus peticiones fueron denegadas.

Desesperado por la pérdida de Eurídice, Orfeo quedó inconsolable, y decidió alejarse de todas las mujeres, rodeándose sólo de muchachos (inventando así el amor homosexual). Finalmente, terminó renunciando a toda compañía humana, y anduvo errante y solitario en los montes de Tracia, tocando su música para las rocas, los árboles y los ríos. Afrodita, enojada, le lanzó una maldición, la cual se cumplió cuando un violento grupo de jóvenes tracias que trataron de conquistar su amor, cautivadas por la música de Orfeo, muy encolerizadas debido a que las despreciaba, se arrojaron sobre él durante una orgía dionisíaca y lo despedazaron. Arrojaron su cabeza cortada y su lira al río Hebro, y aún ésta continuó llamando a Eurídice hasta que llegó finalmente a la costa de Lesbos, donde las Musas la sepultaron; y sobre la tumba nunca dejó de cantar un ruiseñor. Aquellas mujeres fueron marcadas con tatuajes como castigo y señal de infamia por sus maridos, y de ahí procede la costumbre de que todas las mujeres tracias estuvieran tatuadas. Zeus tomó la lira de Orfeo y la elevó al firmamento, haciendo de ella la constelación Lira.

LEYENDAS GRIEGAS: CIBELES Y ATIS

Cibeles era el nombre latino de una diosa nativa de Frigia, en Asia Menor. Era una diosa de la naturaleza y de la fertilidad venerada en Roma como la Gran Madre, un poder muy antiguo y extensamente adorado, tierno y amoroso, cuya fecundidad es inagotable, comparable, en mayor medida, con la fertilidad de una mujer.
Cibeles surgió originariamente del suelo, y era bisexual; fue amamantada por panteras y otros animales salvajes, hasta que finalmente fue hallada por el pastor Meon y su esposa Dindime, quienes la criaron como si se tratase de su propia hija. Viendo la condición hermafrodita de Cibeles, Meon y Dindime invocaron a los dioses, y éstos, con método quirúrgico, la redujeron a la condición de hembra. De la parte cortada nació un almendro de extraordinaria belleza; Nana, hija del río Sangario, tomó una flor y se la puso en medio de los pechos; la flor desapareció, y Nana se encontró con que había quedado encinta. Así nació Atis, pero al ser fue abandonado por su madre, un macho cabrío se las arregló para cuidar de él. Cibeles amó a Atis, y era en extremo celosa; mientras Atis estaba preparándose para casarse con una ninfa del Sangario, de la cual se había enamorado, Cibeles lo enloqueció, y entonces él se castró y murió desangrado. La diosa se arrepintió de su crueldad, y Zeus, accediendo a su ruego, hizo que el cuerpo de Atis jamás decayese, y que el dedo meñique continuara moviéndose y sus cabellos creciendo. En homenaje a Atis, Cibeles estableció un grupo de sacerdotes eunucos, los coribantes ("giradores"), que descendían de Coribante, hijo, sin padre, de Perséfone; los coribantes conducían a los adoradores de la diosa en ritos orgiásticos acompañados por gritos salvajes y una frenética música de flautas, tambores y címbalos.

MITOLOGÍA GRIEGA

La mitología griega está formada por un conjunto de leyendas que provienen de la religión de esta antigua civilización del Mediterráneo oriental. Los griegos, aunque no practicasen la religión, conocían estas historias, las cuales formaban parte de su acervo cultural.

Los dioses del panteón griego adoptaban figuras humanas y personificaban las fuerzas del Universo; al igual que los hombres, los dioses helenos eran impredecibles, por eso unas veces tenían un estricto sentido de la justicia y otras eran crueles y vengativos; su favor se alcanzaba por medio de los sacrificios y de piedad, pero estos procedimientos no eran siempre efectivos puesto que los dioses eran muy volubles.

La mitología griega es absolutamente compleja, llena de dioses, monstruos, guerras y dioses entrometidos. Algunos estudiosos afirman que llegó a haber hasta 30.000 divinidades en total.

La familiaridad con los grandes mitos de la antigüedad clásica es tan esencial a la cultura de una persona moderna como pueda serlo el conocimiento de la historia o el de las ciencias físicas. ¿Puede creerse medianamente culta una persona que no conozca la leyenda de Prometeo, que no haya oído hablar de la culpa y expiación de Edipo, de la inmensa pasión de Fedra, de las heroicas hazañas de Hércules o de las interesantes aventuras de Ulises?.


Esta mitología comparte una estrecha similitud con la mitología romana, en cuanto a los nombres de varios dioses y personajes de importancia. También se relacionan en cuanto a la parte mitológica de la religión; creencias, tradiciones y todo lo ligado o referente a Mitología.

ORÍGENES


La mitología griega, en su periodo más importante, se desarrolló en el siglo VIII a. C. Tiene varios rasgos distintivos, como por ejemplo, los dioses se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan, al igual que ellos, sentimientos. Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra. Fueron tres las colecciones clásicas de mitos: La Teogonía de Hesíodo y la Iliada y la Odisea de Homero. Este material se basa en la Teogonía de Hesíodo. La teogonía es una especie de sistematización de las confusas tradiciones anteriores, en ella el mito es el tema dominante. Pero, ¿qué es el mito? Mucho se ha escrito tratando de dar una exacta definición; lo único cierto es que el mito es una forma especial de pensamiento que permite al hombre interactuar con su espacio natural y de esta manera también reconocerse como parte de una comunidad específica. Es un grave error considerar que el mito es un modo de pensamiento reservado a las sociedades “primitivas”. El mito es y ha sido siempre la defensa espontánea del espíritu humano ante un mundo ininteligible y hostil. 
La anterior reflexión nos llevaría a afirmar que en el mito se encuentra el origen de las religiones, sin embargo debe considerarse que los “espíritus” de los bosques, de la luz, de las aguas, no son divinidades, sino solamente presencias capaces de actuar en dominios sobre los que el hombre no tiene ningún poder. El mito griego está en estrecha relación con la religión, pero no llega a confundirse con ella. A pesar de toda la confusión que preside la conformación de la mitología griega, esa inmersa materia llegó a clasificarse y a ordenarse.

Según Hesíodo, al comienzo no hay nada más que espacio, nada orgánico, nada que pueda ser descrito. Luego, después de ese vacío, se dibuja la primera de las realidades, que limita y comienza a darle un sentido: la Tierra, Gea (Tellus) la base segura de todo lo que en el mundo ya se encontraba dividido, pues bajo la Tierra seguía existiendo un espacio vacío donde todo era Caos (Chaos). Ese Caos engendra el Erebo, el vasto espacio subyacente, en que más tarde tendrán su lugar los infiernos. En el vacío ubicado por encima de la Tierra, instala esta a su primogénito, Urano (el Cielo), que emana de ella. Al mismo tiempo que se da esta división orgánica del universo, tiene lugar el nacimiento de Eros (Cupido), el Amor, que es aquí el principio abstracto del Deseo, y no todavía el pequeño dios maligno, perverso y alado. En los orígenes mismos de la creación del universo, era imprescindible crear el Amor, este es el motor universal; es quien provoca las uniones del principio cósmico, los engendramientos que ni la imaginación concibe. Erebo, hijo de Caos, tuvo un hermano llamado Noche. Sin embargo Gea, después de haber engendrado a Urano, dio a luz a las Montañas y las Ninfas (Driada o Nereida), que en ese momento son genios de las Montañas. A Gea también corresponde la maternidad de Pontos (el Mar, principio masculino, la Ola poderosa). La diosa Noche engendra dos hijos: Éter y Día. El primero es la clara y pura luz que se adivina en las más altas regiones de la atmósfera; la luz de los dioses. Por su parte el Día, ilumina a los mortales, y alterna con su madre la Noche.

GENERACIÓN DE TITANES



Urano y Gea adquieren preeminencia, de ellos nacen doce hijos, los Titanes y las Titánidas. Los Titanes son seis: Océano, el mayor, luego Ceo, Críos, Hiperión, Iapeto y, finalmente, Cronos (Saturno). Seis hermanas, las Titánidas: Tía, Rea (Cíbiles), Temis, Mnemosine, Febe y Tetis. Algunos de estos nombres responden a funciones particulares dentro del mundo, así, Temis, por ejemplo es la Justicia, Mnemosine es la memoria, quien garantiza la duración del mundo, no gracias al tiempo sino a la alternancia entre el día y la noche. 
Tetis es una divinidad marina; parece personificar la fecundidad femenina del Mar. Se casó con Océano, y le dio más de tres mil hijos (los ríos del mundo), su morada está situada lejos en el Oeste, en el país del Atardecer, todo rojo, que el Sol visita a diario al bajar del cielo. Hiperión (el que viaja a lo alto) casado con su hermana Tía, engendra a Helios y Selene (el Sol y la Luna). 
La mayor parte de los Titanes no existe más que en su descendencia: Ceo, unido a su hermana Febe (la Brillante), engendra a Leto, que más tarde será la madre de Artemisa y de Febo. Críos, con Euribia, una de las hijas de Gea y del Pontos, engendró a Astreo que fue uno de los esposos de la Aurora (Eos), al gigante Palas, y finalmente Perses, que fue el padre de la diosa Hécate -la señora de la noche-, diosa de la Abundancia, de la Elocuencia, pero también temible maga, hábil para metamorfosearse en perra, en loba, en asna, y cuya estatua de tres cabezas se erguía frecuentemente en las encrucijadas. Iapeto se casó con Climena, hija de Océano y de Tetis, que le dio cuatro hijos: Atlante (Atlas), el gigante que más tarde fue condenado a llevar sobre sus hombros la bóveda del cielo, Menoetio, quien también participó en la rebelión contra Zeus, y que por esa razón fue fulminado y sumergido en el Tártaro. 
El Titán cuya descendencia reviste mayor importancia es Cronos. A partir de él se desarrollan los destinos que llevan al poder a la generación divina de los Olímpicos. Los Cíclopes eran también hijos de Urano y Gea, tres genios de la tempestad: Arges (el fulgor del relámpago), Asteropes (las nubes de la tempestad) y Brontes (el estruendo del trueno), luego los Hecatonquiros (los Ciembrazos), tres gigantes: Coto, Briareo y Gies. Urano detestaba haber sido padre tan prolífico y por ello prohibía a sus hijos el ver la luz; les obligaba a permanecer encerrados en las profundidades de la Tierra. 
Ya que Urano imponía una continua fecundidad a su compañera, ésta planeó junto con sus hijos mayores, la venganza. Ninguno de ellos aceptó, excepto el más joven de ellos, Cronos, quien odiaba a su padre –no se sabe bien por qué-. Entonces Gea le confió una serpiente de acero muy dura y aguzada, y cuando una noche Urano se acercó a ella para fecundarla una vez más, Cronos que se encontraba expectante, le cortó con la serpiente los testículos a su padre y los lanzó al espacio. La sangre del dios herido cayó en forma de lluvia sobre la tierra y el mar, donde engendró aun otras divinidades. 
De esta sangre que cayó en la tierra salieron las Erinias –Eumenides-: Alecto, Tisífone y Megera, las tres Furias, genios crueles que viven en las profundidades del Infierno, donde torturan a los criminales, los Gigantes y una nueva generación de Ninfas, las Melíadas, o Ninfas de los fresnos. Titán Atlas De la sangre mezclada con semen, que cayó sobre el mar, nació la diosa Afrodita (Espuma). Amor y el hermoso Deseo, la cortejaron en cuanto nació.

PRINCIPALES DIVINIDADES



Luego de cumplir su venganza, Cronos se quedó solo para reinar en el mundo que apenas se formaba. Alrededor de él se formaron nuevas generaciones. Noche engendró a la Suerte, Kere (el Destino) y Thánatos (el Fallecimiento); también engendró el Sueño y toda la raza de los Ensueños, así como a Momo, el dios del sarcasmo, y al Dolor, y a Némesis, que es la venganza de los dioses, y castiga en los hombres todo acto. 

Por su propia fecundidad, Noche engendró a las Hespérides, que son las Ninfas del Ocaso. Hay tres: Aegle, Eritia y Hesperaretusa: Habitan en el Extremo Occidente, en las orillas del Océano, no lejos de las islas Afortunadas, donde residen las Almas Felices. Diversos demonios crueles también son hijos de la Noche, Apaté (Engaño), Filotes (Ternura), Geras (Vejez), Eris (Discordia), que a su vez engendró otras calamidades: Olvido, Hambre, Los Dolores, los Combates, los Crímenes, las Querellas, los Discursos embusteros, Anarquía, Desastre, y Juramento (Horco). De esta manera el mundo se preparaba para recibir a los Hombres disponiéndoles mil causas de sufrimientos.

DEMONIOS DEL MAR



Pontos (la Ola) tuvo como primogénito a Nereo, a quien se llama el Viejo del Mar, porque es leal y benigno a la vez, sin olvidar jamás la equidad. También Pontos engendró con Gea, a Taumas, que más tarde fue el padre de la diosa Iris, encarnación del arco iris y mensajera de los inmortales; luego a Forcis. Por su parte Nereo se unió con Doris, una de las hijas de Océano, que le dio las Nereidas, cuyo número varía según las tradiciones: más frecuentemente, se cuentan cincuenta, pero a veces son el doble. Entre las Nereidas sólo algunas han recibido una leyenda en particular: Tetis, la madre de Aquiles, y Anfitrite, la esposa del Olímpico Poseidón, dios del mar, y la siciliana Galatea. 

Las Nereidas jóvenes y bellas, pasan su tiempo eterno, hilando y cantando en el palacio de oro de su padre. Taumas hijo de Pontos, ha engendrado a la Arpías, Aelo y Ocipete (la borrasca y la vueladeprisa) a las que a veces se añade una tercera hermana, Cileno (la Oscura). Estas Arpías son genios malhechores, cuando caen sobre el mar, con toda la velocidad de sus alas, nada les aguanta: Lo arrancan todo a su paso. Se las representa semejantes a pájaros de presa, con garras agudas, y se asegura que viven en las islas Estrofadas, en el centro del mar Jónico. Las tres viejas del mar son: Las Greas (Enio, Pefredon y Dino: Viven en el Extremo Oriente, en un país cubierto de brumas, donde nunca sale el sol. Sólo tenían un ojo y un diente las tres, sirviéndose de ellos por turno). 

Las tres Greas eran hermanas de otros tres monstruos, las Gorgonas, llamadas Esteno, Euríala y Medusa. Medusa era la única mortal entre las tres. Las gorgonas eran horribles, estaban armadas con grandes defensas semejantes a las de los jabalíes: Sus ojos chispeaban y su mirada era capaz de convertir en piedra a quien tuviera la osadía de mirarlas fijamente. Su cabellera era hecha de serpientes, y alas de oro les permitían volar, vivían en los confines del mundo. 

Perseo da muerte a Medusa quien había sido fecundada por Poseidón. De su cuerpo al morir, surgen dos seres: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el héroe de la espada de oro, que a su vez, engendró al gigante Gerión el de los tres cuerpos, víctima de Heracles y también a Equidna (la Víbora), un monstruo aterrador que se unió a Tifón y le dio hijos: El monstruo perro Ortros, compañero de Gerión, Cerbero, el perro que guardaba los Infiernos, la Hidra de Lerna, que había de ser muerta por Heracles, y la Quimera, a la que más tarde combatiría Belerofonte.

PRIMERA Y SEGUNDA GENERACIÓN

PRIMERA GENERACIÓN

En unión con su hermano la Titánida Rea, Cronos tuvo tres hijas: Hestia, Deméter y Hera, y tres hijos: Hades, Poseidón y, finalmente, Zeus, el último. Una maldición pesada sobre Cronos, luego de destronar a su padre, había rehusado dar satisfacción a Gea. Por no haber liberado a sus hermanos, condenados a no ver la luz. Gea le prometió que también él sufriría la suerte que había infligido a su padre, y que sería destronado por sus hijos. Para prevenirse contra esa amenaza. Cronos devoraba a los hijos que le daba Rea. Los primeros cinco, se los comió. Pero cuando estuvo a punto de nacer el pequeño Zeus, Rea decidió salvar a ese niño. 
Con la complicidad de Gea, encontró un asilo en una caverna de Creta, donde dio a luz. Luego tomó una piedra y la envolvió en pañales, llevándosela a Cronos y diciéndole que era su hijo. Sin enterarse de la verdad, Cronos, tomó la piedra y se la comió. Zeus se había salvado al mismo tiempo que Cronos estaba condenado. Zeus creció en el antro de Creta, confiado a la custodia de una nodriza, la ninfa Almatea, y de jóvenes guerreros armados de lanza y escudo, los Curetas. Los Curetas (los jóvenes) danzaban sin descando una danza guerrera en torno a la gruta donde reposaba el niño: hacían el mayor ruido posible, entrechocando las armas y lanzando gritos de guerra. Todo ello con el fin de cubrir el llanto de Zeus, impidiendo que Cronos lo descubriera y se apresurase a devorarlo. 
Protegido, Zeus creció y adquirió toda su fuerza divina. Llegó el momento en que había de cumplirse la promesa de Gea. Zeus tenía entonces por compañera a una hija de Océano, Metis (Perfidia), que le dio una droga gracias a la cual Zeus pudo hacer vomitar a su padre los hijos que había devorado anteriormente. Todos volvieron a ver la luz. Con estos aliados, Zeus atacó a Cronos y a los Titanes, que fueron en auxilio de éste. La lucha duró diez años. Finalmente un oráculo de Gea prometió a Zeus la victoria si tomaba a los seres monstruosos precipitados antaño en el Tártaro por Cronos. 
Obedeciendo, y realizando así el voto de Gea, a la que Cronos había engañado, Zeus liberó a los monstruos, que se convirtieron en sus guardianes. Aquellos monstruos dieron a los jóvenes dioses poderosas armas que figurarían entre sus atributos futuros. Así es como los tres Cíclopes, forjaron para Zeus el trueno y el rayo, lo mismo que el relámpago: y Zeus será, eternamente, el dios del cielo tempestuoso. También dieron a Hades un casco que volvía invisible a quien lo llevara, por ello fue el dios del reino invisible, y reinaba sobre las almas de los difuntos. Poseidón recibió un tridente mágico, cuyo golpe es capaz de trastornar la tierra y el mar.
Los Olímpicos se distribuyeron en el universo. Zeus obtuvo preeminencia, y reinó sobre el cielo, Hades se contentó con la parte del mundo situada debajo de la tierra, es decir, el mundo infernal. Poseidón fue el señor del mar.


SEGUNDA GENERACIÓN


Zeus tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a Metis como primera compañera, Gea y Urano, depositarios de los secretos divinos, revelaron a Zeus un oráculo del Destino: De los hijos que nacieran de Metis y de él, el primero sería muy sabio y valiente, pero el segundo sería un hijo de ánimo violento llamado para destronar a su padre. 
Previniendo el peligro, Zeus se comió a Metis cuando ésta esperaba a su primer hijo. Zeus convocó al dios forjador, Hefestos, y le ordenó que le hendiera la cabeza de un hachazo. Y así es como, de la cabeza de Zeus, surgió una muchacha enteramente armada: era la diosa Atenea, toda sabiduría y valentía. Temis, la Titánida, fue la segunda esposa de Zeus, era ella la encarnación de la ley o la Equidad. 
De esa unión nacieron las divinidades que llaman las Horas, y que son las estaciones, Eran tres, Hesíodo, las llama: Eunomía, Diké e Irene, es decir, Disciplina, Justicia y Paz, pero los atenienses las conocían bajo los nombres de Thalo, Auxo y Carpo, que evocan los tres principales momentos de la vegetación: el nacimiento de la planta, su crecimiento y su fructificación. Zeus tuvo otras tres hijas con Temis, Moiras (las Parcas): Cloto, Laquesis y Átropos, que rigen el destino de todo ser humano. Aquel destino estaba simbolizado por un hilo, que la primera de las Parcas sacaba de su rueca, que la segunda enrollaba y que la tercera cortaba cuando llegaba al término de la vida que representaba. 
La tercera esposa de Zeus fue la Oceánida Eurinome, que le dio también tres hijas, Kharites (las gracias), Aglae, Eufrosine y Talía. Como las Horas, las Gracias son genios de la vegetación: Son ellas quienes transmiten la alegría en la Naturaleza y en el corazón de los hombres. Viven en el Olimpo en compañía de las Musas, presiden toda labor femenina. Deméter que era su hermana, dio a Zeus una hija, Perséfone. Luego se unió a la Titánida Mnemosine, y tuvo de ella nueve hijas, las Musas, “que se complacen en las fiestas y en la alegría del canto”. 
Las Musas también patrocinan todas las actividades intelectuales, hasta las más altas, todo lo que libera al hombre de la materia y le da acceso a las verdades eternas. Elocuencia, persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las leyes del mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y la danza son su dominio. Las Musas eran: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe, Terpsícore, Erato, Melpómene, Talía y Urania.

LAS GENERACIONES HUMANAS

MUSAS Y SU ESPECIALIZACIÓN


Calíope La poesía épica. Clío La historia. Polimnia la pantomima. Euterpe La flauta. Talía la comedia. Erato la lírica coral. Tepsícore la poesía ligera y la danza. Melpómene la tragedia. Uranía la astronomía. Después de Mnemosine, Zeus se unió con Leto, la hija del Titán Ceo y de la Titánida Febe. De ella tuvo dos hijos, Artemisa y Febo. Maia, hija del Titan Atlas, concibió al dios Hermes por obra de Zeus. Hera fue la última de las esposas divinas de Zeus, que le dio un hijo. Ares, el dios de la Guerra, y dos hijas: Hebe, personificación de la juventud (esposa de Heracles), e Ilitia, el genio femenino que protege los partos. 
Zeus amó también mortales, sobre todo a Alemena, que le dio a Hércules, y Semele, de la que tuvo a Dionisio, el dios del Vino. 
Hera, furiosa de verse así abandonada, hizo nacer por sí misma, sin la intervención de Zeus, a un hijo divino, Hefestos, que preside el trabajo de los herreros y de las artes del fuego. Se completa de esta manera, el grupo de las grandes divinidades. 
En la época clásica se considera que existen doce “Olímpicos”: Zeus, Poseidón, Hefestos, Hermes, Ares, Febo, Hera, Atenea, Artemisa, Hestia, Afrodita y Deméter.